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Cómo y por qué no odiar a las feministas aunque leas muchas noticias en internet

6 litros de lejía y 30 litros de clickbait: la fórmula de las fake news contra los movimientos sociales de mujeres.

Todxs somos parte de las fallas en la educación patriarcal que impide la igualdad de derechos y condiciones de vida entre todos los géneros. Muchxs de nosotrxs generan muestras de odio descontrolado en redes sociales y en espacios públicos. Pero sólo quienes trabajamos en comunicaciones podemos canalizar lo que no podemos controlar en lugar de contribuir al terrorismo informático. Y es eso justamente en lo que estamos fallando.

Hacia fines de septiembre muchos diarios repostearon el proyecto audiovisual de una supuesta activista rusa de San Petersburgo que rociaba con una solución de lejía y agua a todos los hombres que veía practicando en el metro el manspreading (sentarse con las piernas en ángulo cercano a 180 grados, aún con gente alrededor) en una demostración de naturalización del privilegio masculino sobre el espacio público, rara vez censurado.

En la semana del 8 de octubre la noticia resurgió cuando los medios afirmaron que se trataba de un sketch, una propaganda rusa anti-feminista protagonizada por extras pagadxs y una estudiante (¿influencer estatal?) más relacionada a productoras de contenido viral bajo órdenes del Kremlin, como My Duck’s Vision o In The Now , que a colectivas feministas, en un contexto en el que Rusia activamente viene reprimiendo a tales. Aunque el staging del video ya era sospechoso para ciertxs usuarixs, fue un buen destape para estas latitudes, donde la mayoría sólo conocía de Pussy Riot.

Sin embargo, en tiempos de posverdad y fake news, la autenticidad de cualquier documento, incluso del documento que dice probar que otro documento es falso, es totalmente debatible.

El foco de esta noticia en particular no está en su autenticidad. El foco está en el display de la narrativa desde los medios con una agenda: tratar a lxs usuarixs como presas a las que se capta con una carnada fácil con una opinión de contrabando y venderles cualquier contenido con el hashtag #feminista, sin importar que avive la violencia contra las mujeres.

Este no es un problema aislado sino sistemático, y por eso quiero analizarlo en dos partes: display y clickbait, concluyendo con tips para no seguir avivando el odio a las feministas ni a las mujeres como comunidad.

EL DISPLAY NARRATIVO: El orden de los factores sí altera al producto

Las palabras elegidas para algunos titulares que tomaron la “noticia” en medios nacionales, regionales y globales son un ejemplo perfecto de sesgo:

  • “Feministas echan lejía a ingle de hombres que abren mucho las piernas en el metro”
    Interpretar la parte por el todo: la acción de una activista europea es representativa de toda la comunidad feminista en general.
    • “La venganza contra el manspreading en el metro, ¿radical o necesario?”
      El hecho aislado (activista con lejía) contra un hecho generalizado (manspreading) se toma como una práctica de género que se interpreta únicamente como venganza, que sólo tiene dos calificativos: radical o necesaria. La protagonista es la reactora (fake), y no el fenómeno que la causa.
  • “Mujer arroja lejía a los hombres en el metro”
    La generalización de la generalización. No es una activista europea, no son los hombres que abren demasiado las piernas. Es la guerra de las mujeres locas contra los hombres víctimas.
  • “Manspreading”: ¿Machismo en los buses o simple comodidad para los hombres?
    El titular trata de ser didáctico y una de las alternativas sobre las que pretende enseñar es la repetición del mito medieval en el que la genitalia externa masculina necesita airearse aunque le quite comodidad a cualquier ser sentadx a su alrededor.
    • “Mundo Feminazi: Las feministas empiezan a quemar los huevos con lejía a todos los hombres que hagan manspreading.”
      Más allá del epíteto “feminazi” que domina el mundo (“Mundo feminazi”), según este display el colectivo mundial de feministas causa un perjuicio adrede “a todos los hombres que hagan manspreading”, como un cuco que va en busca de su víctima, concretamente en busca de “quemar” sus testículos, cuando el video montado de la activista/influencer rusa señala que usó una solución de lejía y agua en una proporción de 6:30, que sólo alcanza a marcar la ropa y no hace daño a la piel.

CLICKBAIT: Lxs usuarixs como presas, el feminismo como un commodity, y la sopa de algoritmos

Si mis amigxs y yo hacemos un montaje y conseguimos suficientes likes, se convierte automáticamente en noticia sin que el medio informativo sepa siquiera si se trató de un hecho orgánico o fue un montaje. Solamente le interesa replicarlo y emitir una interpretación facilista porque generó buzz en las redes, y esto se logra con titulares intrigantes y prejuiciosos, en los que lxs usuarixs dan click como en una carnada: clickbait.¿Qué tipo de buzz? Cualquiera que use un hashtag reconocible.

En Lima, desde la marcha nacional de Ni Una Menos 2016 hasta el incineramiento de Eyvi Agreda en un bus al atardecer, un concepto general de feminismo se normalizó dentro de los contenidos políticamente correctos. Con algunos resultados más felices que otros y un permanente tufillo de oportunismo y fundamento gratuito en la mayoría de campañas publicitarias, terminamos encontrando que con tal de colarse en la conversación, los medios buscan hashtags como #feminismo, #género, #mujer, #empoderamiento, y los usan indiscriminadamente en una confusa sopa de algoritmos, nuevamente, de cara al clickbait.

Notas que el interés genuino de una línea editorial por incorporar contenidos que hablen de problemas reales de género y de empoderamiento femenino simplemente no existen.

CONCLUSIÓN: CUESTIONARIO PARA NO ODIAR A LAS FEMINISTAS, NI A LAS MUJERES EN GENERAL, AUNQUE LEAS MUCHAS NOTICIAS

Como ya fue dicho en otros medios críticos al mostrar la otra cara de la noticia de la activista/influencer, se puede desenmascarar la noticia, pero no las reacciones de odio anti-feminista que ésta generó. Y por eso, dándole la vuelta al odio presente en los comentarios de la noticia original, quiero cerrar este artículo con 5 tips/preguntas para que, sea cual sea tu género, dejes de odiar a las feministas y a las mujeres cuando caigas en el clickbait de los medios que te tratan como carnada y usan al feminismo como las zapatillas blancas en el 2015.

  1. “Déjame explicarte: el hombre necesita sentarse así”
    Antes de dar una explicación, ¿tienes un fundamento o sólo estás repitiendo lo que te dijeron de niñx o te hace quedar bien con tu jefx/amigxs/párroco/etc.? ¿Estás tan informadx o tienes tanta experiencia al respecto como la persona con la que estás debatiendo? Empatía ante todo.
  2. “Las feministas sólo demuestran que son incapaces de comunicarse”
    No le restes autoridad a un colectivo solamente porque te parece que unx representante no actúa como lo esperabas. Cuando quieres decir algo pero terminas expresándote “mal”, ¿mereces ser separadx y desprestigiadx?
  3. “Entonces que les tiren lejía a ellas por mostrar piernas y tetas”
    Piensa si tu esquema de equivalencias es justo. ¿Quitarle espacio a alguien es igual a mostrar una zona (no genital) del cuerpo? ¿La costumbre (en progresivo desuso) de pagarle la cuenta a una mujer es equivalente al hecho de que su salario es menor al de un hombre? ¿Una influencer centennial europea tirándole agua con lejía a manspreaders/extras pagados en el metro te indigna tanto como las mujeres desfiguradas por sus ex’s o “amigos en la friendzone” todos los meses, o las colegialas/universitarias a las que les eyaculan encima en el transporte público?
  4. “Yo soy mujer y no me siento representada. El feminismo no sirve”
    ¿Tener la suerte de no tener que luchar por tus derechos significa que otras mujeres en una condición distinta a la tuya puedan y deban hacerlo?
  5. “El día que encuentren una buena causa avísenme, que yo quiero participar”
    Muchas de las personas que se muestran más indignadas por una noticia relacionada (auténticamente o en fake news) a un colectivo pro derechos no tenían interés alguno ni conocían del fenómeno hasta antes de leerlo. ¿Realmente quieres trabajar por una causa, o sólo te incomoda que otras personas se alcen por derechos que cuestionan tus privilegios?

Ilustración por Erick Baltodano.

Autora

Gabriela Sialer